Cada vez son más impredecibles las temporadas de lluvias, pero si nos atenemos a lo acostumbrado, en un par de meses caerán las primeras, y para cuando comience el verano es de esperarse que llueva a diario. Podemos pensar que marzo y abril serán meses prácticamente secos, y eso tiene sus ventajas: ¡es momento de impermeabilizar!
La más sofisticada manera de impermeabilizar debe recibir mantenimiento. Una impermeabilización normal, de un edificio pequeño o una casa habitación, tiene que revisarse, corregirse, o al menos reforzarse cada año, precisamente en estos meses.
Procedimiento para impermeabilizar
Lo primero es llegar a la cubierta. Hay edificaciones que cuentan con escaleras que dan a la azotea; hay otros que tienen una escalera marina en el exterior; hay algunos cuyos techos sólo son accesibles por medio de escaleras móviles. Para esos casos es preciso contar con una escalera de aluminio cuya extensión máxima sea suficiente para sobrepasar el borde del muro. Siga las indicaciones de la escalera: cuando es de extensión, que el traslape sea el mínimo recomendado; si utiliza de tijera, obedezca las restricciones sobre el peso y sobre qué peldaños no pisar.
La mayoría de construcciones tienen un pretil que rodea su azotea; se trata de un murete mayor o igual a 90 centímetros de alto que brinda seguridad a quien sube. En el caso de que en su edificio este elemento no exista, no se acerque al borde de pie. Tiene dos opciones: o se aproxima a gatas y trabaja así, de rodillas; o trabaja desde el exterior, como abrazado sobre el muro. Le recomendamos la primera opción. El perímetro de la azotea es una de las zonas más importantes para la impermeabilización. El primer motivo es que con frecuencia las pendientes se dirigen hacia puntos del perímetro, donde se encuentran las bajadas de agua pluvial. El segundo motivo es que en la unión entre el elemento horizontal -el techo- y el elemento vertical -el muro, ya sea pretil o un simple remate de 10, 15, 20 centímetros de alto- es donde con frecuencia se filtra el agua. Es por ello que ahí aparece un tercer elemento: el chaflán. Se conoce como chaflán a cualquier acabado a 45 grados. En el caso de las azoteas se trata precisamente de un borde que pretende eliminar las esquinas. Por una esquina recta se puede filtrar el agua; por una unión “redondeada” que tapa esa esquina y permite que el agua que escurre del muro corra hacia la cubierta y siga hacia un desagüe, es más difícil que se meta el agua. Es por esto que el chaflán es parte de la impermeabilización, de hecho es donde comienza la impermeabilización.
El siguiente paso es la limpieza. Se debe barrer perfectamente la azotea; se deben destapar las bajadas de agua, las coladeras, quitar las hojas secas o cualquier basura que haya llegado ahí; esta operación debe repetirse con frecuencia durante el año, sobre todo cuando llueve con más frecuencia: el origen de una filtración suele estar en el agua estancada, y el agua se estanca cuando los conductos por donde debe desahogarse están obstruidos.
Al limpiar perfectamente la azotea usted notará si el chaflán se encuentra en buen estado, si no se ha desprendido del muro, y si la capa de impermeabilizante persiste en toda la superficie. Cuando encuentra desperfectos debe arreglarlos. Para ello puede utilizar una mezcla de mortero y cemento, o algún sellador especial para el caso. Estos pequeños arreglos deben secar por completo para para seguir con el procedimiento. Esto suele tomar un día o dos. Cuando es temporada de lluvias, los arreglos no secan y no se puede impermeabilizar, o bien, si se insiste en hacerlo, el trabajo estará destinado a fallar en poco tiempo.
El siguiente paso, como ya dejamos ver, es la aplicación de una nueva capa de impermeabilizante, de preferencia pareja, es decir, completa, y aplicada según las instrucciones del proveedor o fabricante.
Los últimos pasos
Un último paso puede ser aquel de la limpieza y la observación continua, que también ya mencionamos. La azotea, y los desagües deben mantenerse siempre limpios.
Como último tip piense usted que cualquier elemento, fijo o móvil, que se encuentre sobre la azotea debe ser considerado a la hora de la impermeabilización. Por ejemplo la base de un tinaco. Si es “de material” -de ladrillo, o block, y cemento- sus pequeños elementos verticales también deben contar con un chaflán recubierto con impermeabilizante. Y si es “de herrería” es preferible que esté montado sobre algún elemento que no permita la penetración del material plástico impermeabilizante por obra de los perfiles de acero, es decir, tacones de madera o regatones de plástico. Sin embargo, en la medida de lo posible, es preferible no dejar objetos abandonados en la azotea; ello permitirá conservarla más limpia y en mejor estado durante más tiempo.
Por favor tome en cuenta que al impermeabilizar mal, el agua se filtra y los daños pueden reportarse al interior de la casa de muchas maneras muy costosas de reparar.
Venga por todas las herramientas necesarias para realizar o darle atención a su impermeabilización a Ferretera Ermita. Lo estaremos esperando.